La educación debe dar respuestas a los retos que la sociedad, en que desarrolla su actividad, le plantea. Según explica el Informe Delors “La educación a lo largo de la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser”.
Actualmente, uno de los grandes desafíos que tiene la escuela es el de la educación de las emociones. Vivimos en un tiempo de lo inmediato, de lo exterior, cada vez nos conocemos y conocemos menos a los demás. Los niños y jóvenes necesitan, en su desarrollo a la vida adulta, que se les proporcionen recursos y destrezas para enfrentarse a los problemas del día a día.
Desde las aulas pretendemos que el niño tome conciencia de sus propias emociones, sepa identificarlas y conozca su intensidad. Viviendo en sociedad, debemos conocer también las emociones de los demás y poder interactuar con ellas. Según como sean nuestras emociones así será nuestro comportamiento y viceversa, retroalimentándose constantemente.
La escuela debe establecer estrategias para obtener una adecuada regulación emocional, lo cual supone una regulación de la impulsividad (ira, violencia, comportamientos inadecuados); tolerancia a la frustración (estrés, ansiedad, depresión); perseverancia en los objetivos marcados, incluso ante la adversidad.
En nuestro colegio estamos trabajando con el programa de innovación Hara las habilidades necesarias para que los alumnos de todos los niveles aprendan a gestionar las propias emociones y comprendan las emociones de los demás.
Hara nos plantea diferentes actividades, en las que a partir de narraciones, dramatizaciones, juegos, imágenes…nos ayuda a trabajar las emociones básicas de alegría, tristeza, miedo, enfado, ira, celos, culpa … Estas las trabajamos en nuestra aula específica de Hara, que es un lugar acogedor y que está habilitado con los materiales necesarios para realizar las diferentes actividades, además de aprovechar este espacio para sesiones de relajación. Aunque también desde el aula ordinaria se trabajan las emociones de manera transversal cuando aparecen en algún texto o situación de clase.
Cada día al empezar la clase, se da un espacio para saber cómo se sienten los niños. Los más pequeños al pasar lista ponen su foto en el rincón de las emociones donde hay diferentes expresiones de estado de ánimo, y expresan porque se sienten así.
Los niños poseen multitud de sentimientos y emociones que necesitan expresar y manifestar, pero en muchas ocasiones no son capaces de comprender o expresar que es lo que sienten, porque lo están sintiendo, y cuál es la mejor manera de actuar. Por eso en nuestro colegio trabajamos desde la etapa de Educación Infantil el correcto desarrollo de la Inteligencia Emocional, ya que es en esta etapa cuando los niños toman conciencia de sí mismos y aprovechamos estas edades porque los niños ya son capaces de imitar a través del juego simbólico y así conseguimos que sean más sociables, más autónomos y más curiosos.
Educación Infantil es el comienzo y se continúa trabajando verticalmente en Educación Primaria y en Educación Secundaria. Se hacen diferentes sesiones programadas y también cada vez que una situación cotidiana se preste a identificar y empatizar en dicho momento.
Esperamos que la comprensión y la gestión de emociones repercutan directamente en las habilidades sociales consiguiendo un mejor clima en el aula y por consiguiente en la escuela, no sólo para que sean mejores alumnos sino también mejores personas.